sábado, septiembre 23, 2006

CLAUDIO TRONCOSO

Justicia para Claudio
Ayúdenos
a difundir esta causa


Claudio Troncoso, de 35 años de edad, fue asesinado a sangre fría en la puerta de su casa en
Carapachay el 19 de junio de 2006, después de ser asaltado y , entregar todo lo que él y su novia tenían, y mientras pedía que no le hicieran nada a sus padres.
Hay dos detenidos en la causa , entre ellos el asesino de Claudio que es menor, y por lo tanto recibe un trato protector por la ley, y dos prófugos.


Claudio nació y vivió los 35 años de su vida en Carapachay, desde donde colaboró con cuanta causa solidaria encontró, trabajando voluntariamente en villas de emergencia y geriátricos, coordinando grupos juveniles para la Diócesis de San Isidro, difundiendo sus ideas a través de los varios programas de radio que lideró, siempre dispuesto a dar todo su tiempo, su energía e incluso sus bienes materiales a quien lo necesitara. Siempre extendiendo su mano con una sonrisa... Siempre diseminando a su alrededor los valores con los que estaba profundamente comprometido: la honestidad, el valor y el respeto por la vida, la solidaridad y la vocación de ayuda a los demás.
Este salvaje asesinato no puede quedar impune.
La familia y amigos de Claudio reclaman justicia, una condena acorde a la gravedad del hecho y una reforma en el código penal a la Ley de Minoridad, que considere el alto índice de homicidios cometidos por menores, y sus características cada vez mas salvajes. Usted o su familia pueden ser los próximos
Justicia , respeto por la vida y seguridad para todos.

MARCHA REALIZADA EN CARAPACHAY
EL 26 DE JULIO 2006



PORQUE ÉL SIEMPRE ESTABA CON NOSOTROS, PORQUE ÉL AYUDABA SIN INTERESES, POR QUE ÉL SACRIFICÓ SU VIDA POR AMOR, Y POR QUE ÉL NOS SACÓ LA VENDA DE NUESTROS OJOS, PARA QUE LUCHEMOS POR UN MUNDO MEJOR, PARA QUE ESTO NO VUELVA A SUCEDER, Y PARA QUE SU FAMILIA Y TODOS LOS QUE LO AMABAMOS HALLEMOS JUSTICIA, HACIENDO DESDE NUESTRO HUMILDE LUGAR UN APORTE, EL QUE PODAMOS, DESDE EL LUGAR QUE QUERRAMOS, PARA QUE QUIEN NOS SACÓ UN PEDAZO DE NUESTRO CORAZÓN PAGUE POR ESO.
PERO NO HAGAMOS EL CIRCULO VIOLENCIA-VENGANZA-VIOLENCIA, AUNQUE NOS CUESTE NO DEVOLVAMOS ODIO CON ODIO.
NADIE NOS VA A DEVOLVER A CLAUDIO, NADIE, Y EL DOLOR PERMANECERÁ POR SIEMPRE, SOLO SE PIDE JUSTICIA, PORQUE SABEMOS QUIEN MATÒ A CLAUDIO QUEDARÀ LIBRE ANTES DE COMPROBARSE SI ES CAPAZ DE VOLVER A COMETER OTRO CRIMEN DEL CUAL NADIE SE HARÀ RESPONSABLE Y ASI SÌ QUE NUESTRO DOLOR SERÀ P
EOR AÚN.

1 comentario:

Marcela Troncoso dijo...

Hoy se cumple un año del ese terrible 19 de Junio de 2006.
Hoy revivo cada uno de esos instantes.
Eran más de las doce de la noche cuando recibí en Suecia la noticia de tu asesinato, Clau. En el instante en que papá me dijo por teléfono "nos mataron a tu hermano" yo dejé de ser la que era para siempre. Estabas tan al lado mío de toda la vida, que me resultaba y me resulta imposible imaginarme la vida sin vos. Cómo seguir?
No conocí en todos estos años dos hermanos que fueran tan amigos como nosotros, que supieran todo del otro, que adivinaran lo que el otro pensaba antes de que hablara.
Habías estado al lado mío siempre. Y hoy que lo pienso, no como hermano menor, sino como hermano mayor. Siempre a cargo, siempre dispuesto a resolver mis problemas. Me ayudaste con tu tiempo, con tus ganas, con tu trabajo, con dinero, con consejos. Pusiste absolutamente todo de vos, sin reparar en gastos físicos, emocionales, intelectuales, económicos. No sé cómo lograbas estar en todos lados al mismo tiempo, cumpliendo todos los roles posibles a la vez.
En mis épocas de diseñadora no te limitabas a asistir a mis desfiles: te involucrabas como si fuera tu propio trabajo el que fuera a exponerse. Eras el productor, el asesor de marketing y relaciones públicas, contactabas modelos, te encargabas de la escenografía, estabas entre el público, sacabas fotos, ayudabas a cambiarse a los modelos y te hacías tiempo para serenarme cuando yo estaba por entrar en crisis porque un cierre se trababa en el momento que uno de los modelos tenía que salir. Por más que lo pienso no entiendo cómo podías hacerlo todo y estar en todos lados.
Teníamos casi todos nuestros amigos en común, salíamos juntos. Hemos compartido miles de noches y trasnoches, como agotando sedientos cada minuto que podíamos compartir, como si algo en nuestro interior nos dijera que no iba a ser para siempre. Algo que nunca escuché ni remotamente. Compartimos miles de confesiones, y secretos de nuestras respectivas aventuras de jóvenes. Te ví miles de veces escribiendo tus crónicas nocturnas en servilletas de bares, una costumbre que heredaste de mí.
Luego vino mi historia con el tango, que me hizo frecuentar otros ambientes. Pero incluso allí la maravillosa conexión que teníamos no se perdió. Me parece que muy por el contrario, ambos maduramos, y nuestra relación creció hasta convertirse en una memoria común. Vos sabías más de mí que yo misma, y recordabas más de mi historia que yo misma. Nombres, lugares, épocas enteras de mi vida que ahora que no estás fisicamente desaparecieron para siempre. Vos eras mi memoria.
Y así fue a lo largo de los 35 años que compartimos hasta el día de tu muerte.
Nada pudo nunca separarnos. Muchas veces pensamos distinto, muchas veces discutimos, pero nada podía entrar en ese círculo mágico que nos unía.
Yo elegí irme de la casa natal, vos elegiste quedarte. Y sé que la convivencia con papá y mamá debe haberte sido dificíl, tan dificil como me fue a mi, o como lo es para cualquiera que ya tiene alas para volar. Pero eras tan fuerte y estabas tan decidido a quedarte que nada te resultaba imposible. Hoy más que nunca creo que deberías haberte ido para tener el tiempo necesario para realizar tu vida. Tiempo para tener tu espacio propio y compartirlo con la mujer a la que amaras, y tal vez poder realizar tu sueño de ser padre. E inmediatamente me contesto que fue tu elección, que si no te fuiste fue porque para vos no había cadenas que romper, porque sencillamente no existían cadenas.Y vos estabas donde querías estar. Tal vez como si intuyeras que tu tiempo en este mundo era breve, y no tenía sentido correr y dejar más dolor en tu camino, dejar por ejemplo hijos que quedaran huérfanos, dejar una casa a medio construir, dejar una empresa a medio fundar.
Hubiera cambiado tu historia si te hubieras ido? Estarías aún vivo? Y ahondando más aún, no puedo evitar preguntarme, hubieras estado vivo si yo estuviera viviendo en Argentina? Hubiera cambiado la historia? Podría haber sido diferente si yo estuviera allá, y la preocupación por nuestros padres estuviera más repartida?
Ya ves Clau, yo no estuve ese día. Para bien o para mal. No estuve, ni oí el disparo, ni te vi caer, ni abracé tu cuerpo en ese momento, ni grité pidiendo auxilio. Yo no estaba allí para abrazar tu alma en el último instante, como estuvieron Yami, mamá y papá. No llevo la carga de ese horror de sangre en mis ojos. Pero mi dolor es el mismo. Y la angustia, y la culpa, y el “si me hubiera quedado cuando estuve dos meses antes”.... Eso vive conmigo cada día por el resto de mi vida.
Yo creía firmemente que estarías para siempre conmigo. Vos eras mi conexión con la tierra, con lo sólido, con la realidad, en mi mundo por entonces lleno de sueños y de fantasía creativa. Yo siempre decía que hay que estar muy cerca de tu hermano porque es quien estará a tu lado toda la vida, tus padres un día no están más, tus amigos a lo mejor un día desaparecen lo mismo que tu pareja. Pero tu hermano siempre estará allí
Hoy tengo una absoluta sensación de soledad. Hoy entiendo finalmente lo que es estar sólo. Y no es que me falten amigos, los tengo aunque un poco lejos de mí. El vínculo con vos era tan fuerte que tu ausencia me dejó un vacío irremediable.
Hoy tengo una única certeza: la incertidumbre absoluta. No sabemos quienes somos, ni adónde vamos. No existe nada permamente, todo es mudable. Y lo que un día nos pareció eterno al día siguiente ya no está.
Con muchísimo dolor en el alma tuve que aprender a que sólo puedo considerar el hoy, el aquí, y el yo. Con muchísimo desapego tuve que aprender a soltar las cosas que más amo, aprender a no aferrarme a nada, aprender a pensar como es la vida “sin”; sin las cosas que me hacen feliz, sin el hombre al que amo, sin los amigos que fueron mi sostén, sin el país que guarda en la profundidad mis raíces, sin hogar porque ya no hay lugar donde ser feliz, sin mi historia que quedó tan lejos, sin sus documentos (las fotos, mis libros, las cartas, mis pinturas), sin mis padres que son lo que más amo en el mundo.
La vida “sin” la vida en el exilio permanente, no importa dónde vaya, porque ya no es la sensación de exilio de antes, cuando era una argentina que por razones de trabajo estaba en Europa. Ya no es un exilio geográfico. Ahora es el exilio del alma, ya no hay lugar dónde ser feliz. Ya nada tiene valor, porque ya no hay nada que perder. Ya nada duele porque ya conocí el dolor mayor de mi vida. Ya no existe el miedo porque no hay seguridad ni certeza alguna.
Miro para atrás y me parece verte despidiéndome en Ezeiza en la base de la escalera mecánica al lado de Yami, siento aún fresco el contacto de tu abrazo de un instante antes, y escucho tu voz, te juro que la escucho cada noche, cada día, esa frase que me dijiste tantas veces los últimos tres años: “vos tranquila, que yo estoy acá”
Yo nunca pude decirte algo ni siquiera parecido. Siempre eras vos el que cuidabas, el que apoyabas. Daría cualquier cosa por volver atrás el reloj y pasar más tiempo con vos. Desde el 94 cuando me fui a vivir sola al 2003 cuando dejé Argentina cuantas horas me perdí de estar con vos. Y si cuento de allí en adelante, los tres años que te quedaban de vida....mejor ni pensar, porque las cuentas son terribles, en esos años no hubo más de un par de meses de vernos. Aun así estabas a mi lado, me tenías al tanto de todo lo que pasaba en tu vida, con papá y mamá, en la vida de nuestros amigos en común, me retabas cuando no escribía, me aconsejabas cuando no sabía qué hacer, me consolabas cuando te contaba una pena o aún sin contártela, porque mágicamente parecías intuirlo todo.
Clau, yo no sé cómo se sigue. Es como encontrarse después de una guerra con un lugar devastado, donde ni siquiera hay una esperanza, donde la tierra está muerta , el agua contaminada y el aire es irrespirable. Así me siento, como en medio de la nada, con una vida por llevar adelante. Sin embargo hay una extraña fuerza en mi, tu amor infinito, que me sigue alimentando, y me obliga a estar de pie, porque es lo menos que puedo hacer por alguien que tanto hizo por mí. Y que dió la vida por los seres que amaba.
Tu amor infinito se quedó conmigo, y te fundió a mí para siempre. Y sos vos el que me levanta cada mañana, cuando miro el sol que entra por la ventana y mi primer pensamiento es “qué sentido tiene levantarse, si es una lucha perdida”
No sé cómo sigue mi vida, pero sigue. Y te prometo hacer lo mejor posible con ella, porque sé que no me vas a dejar hacerlo de otro modo. De alguna manera seguis viviendo en mí. Y desde ese lugar sigo adelante